22/12/11

EL GORDO



  No es solo un papel cualquiera el que sale del billetero de Paco, sumamente eufórico esta mañana de 22 de Diciembre. 23845. Justo el mismo número que en la tele hace cinco minutos han cantado los chavales de San Ildefonso. El décimo mira a los ojos negros de Paco, que van humedeciéndose a medida que pasan los minutos, después del atlético  salto de alegría inicial.
­—Míralo, Eustaquio— el billete pasa a manos del dueño del bar, se las acaba de secar con un pequeño trapo atado a la cintura. Hace un instante las tenia untadas del aceite donde acaba de freír las croquetas; lo agarra entre sus dedos, lo observa con una mueca de dolor, palpándose con la otra mano la rodilla que sufre cada vez que empieza el invierno. Lo dirige amablemente a su dueño.
  El 23845 regresa a Paco, que sigue en pleno éxtasis, pidiendo una botella de cava a Eustaquio con una sonrisa mas grande que su barriga cervecera y los brazos hinchados de tanto subir y bajar cajas en el camión.
  Con el sonido del alegre jolgorio general de los clientes habituales el número se siente el centro de todas las miradas. Amigos y conocidos de Paco piden observar el colorido trozo de papel comprado en la administración de lotería de la calle Ferran. No pasa cada día ver de cerca un billete del gordo premiado, y el trozo de papel, 23845, orgulloso como su propietario, se deja seducir por las voces de trabajadores anónimos y superviventes del centro de Barcelona.
El 23845 pasa a los tostados dedos de Ghulam, en pleno descanso, ha dejado el pequeño supermercado a cargo de su primo por un par de horas. De allí a Lolo, que se acaba de un gran sorbo el carajillo para dar espacio al cava, pensando en como solucionar el cabreo de su esposa, que la semana pasada descubrió lo de Lolo con la hija del panadero. En la transición hacía nuevas manos el número pasa enfrente de una ensaladilla que pide salir corriendo y una reunión de patatas mega-refritas, resguardadas por una vitrina de vidrio curvada. Ahora esta en manos del Chino y la Puri, habituales trileros de las Ramblas, que se acuestan de vez en cuando rememorando locuras adolescentes de finales de los 80. Y de ahí a las pequeñas y lechosas manos del Sepia, habitual del bar tanto de día como de noche desde que le bautizaron con ese mote, aquel lejano día en que pasó de ser Sergio Aparicio a ser el Sepia, también conocido como el gitano más blanco al este del Llobregat. El décimo sigue su curso a la izquierda, y rápidamente huele el contraste entre el aliento a brandy del señor Martín a la suave fragancia de la Yoli, para sentir como las uñas pintadas de fucsia le hacen cosquillas en su número de serie. Luego a las palmas manchadas de rojo de dos vendedores de rosas y a la adolescente mano de la hija de Eustaquio. Solamente un trayecto de unos seis metros y medio por la barra de un bar típico de Barcelona. Aún halagado, el gordo hace el camino de vuelta hasta llegar al bolsillo de la chaqueta.
Desde allí dentro, en la oscuridad, sigue oyendo a Paco proponiendo un último brindis, con la segunda botella de cava mientras coloca el décimo en el billetero de piel, las felicitaciones y palmadas de amigos y conocidos en la espalda. “Menuda suerte macho”, “ya invitarás a una cena un día de estos”, “!cómo se va a poner tu esposa cuando te vea!”. Puede oír también como algunos se despiden, regresan a su trabajo o a sus negocios envidiando sanamente la suerte, agradeciéndole a Paco el cava y dando un fuerte apretón de manos que lo sacude. Al instante huele el aroma a barrio chino, y las conversaciones de los habitantes del barrio, alejándose del bar en dirección a las Ramblas. Cuanto más se aleja, menos escucha lo que sucede en el bar...
Allí, el corazón de Paco va recobrando su ritmo habitual y  las copas de él y Eustaquio chocan amablemente.
—Vuelve a enseñarlo, Paco— oye como le dice el dueño del bar.
  Saliendo del billetero, acariciado por los mismos dedos gruesos, Paco mira fijamente al número y la sonrisa se desvanece.
Ahora solo dos ojos negros clavados en él, que estallan furiosos al comprobar su suerte. 12110… Este segundo número, no premiado, siente su piel de papel desmembrarse en apenas un par de segundos por la violenta reacción de los dedos.




Safe Creative #1301064303755

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Respuestas
    1. Si, no me quiero ni imaginar cómo se debe sentir en ese momento... Tengo otro relato pendiente, con algunos de estos protagonistas. En breve...

      Eliminar