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14/10/12

UN ARCO IRIS DE SEDA (por amor, lo que sea)


...vestía de rojo…
            …y la visualizaba agarrando mi corazón, estrujándolo entre sus manos que acababan en largos dedos con uñas pintadas de frambuesa, para luego licuar su contenido hasta extenuar la última gota de mi líquido, depositándolo en una amplia jarra de vidrio y removiendo con un bastón de madera pegajoso, mezclándolo entre trozos de cereza y fresas y algo de azúcar hasta conseguir una suave y homogénea sangría que se bebía a grandes sorbos con la boca abierta, de la que caían regueros por los lados de sus labios carnosos …

…vestía de azul…
            …y surfeaba entre grandes olas con la tabla de piel que era mi espalda, sintiendo que se liberaba entre las aguas de un mar tropical, y los peces saltaban para saludarla y decirle lo bonita que se veía con su silueta dibujada sobre el horizonte de un cielo despejado, con la misma sonrisa que haría la pitufina en éxtasi mientras la abarcaba el pitufo forzudo, y saludaba a barcos de vela y yates que se arremolinaban en ese litoral cristalino, flanqueados por sirenas de largas colas, que ni por asomo poseían la belleza que apreciaba en ella…

…vestía de naranja…
            …y el fuego invadía de llamas nuestra cama de matrimonio mientras hacíamos el amor, y nos comíamos nuestros labios de melocotón envueltos en licor ácido, lamíamos nuestros cuerpos de mermelada, dejando atrás los miedos, olvidando monstruos de dos cabezas que antaño nos miraban desafiantes  y  calabazas de Halloween iluminadas por velas que no se consumían, y sentíamos más y más calor hasta sentirnos capaces de freír un huevo sobre nuestros vientres, inundando el aire de humo, incendiándolo todo…

…vestía de verde…
            …y yo correteaba a su lado agarrado bien fuerte de su mano entre hierbajos y matorrales, moviéndonos como a cámara lenta a velocidad de una tortuga, borrachos de satisfacción como si hubiéramos bebido unas cuantas Heineken, y llegando a un riachuelo del que veíamos ranas saltando sin tener tentación alguna de besarlas por si aparecía un nuevo príncipe o princesa, ya nos teníamos el uno al otro…

…vestía de amarillo…
            …y se había fundido ya en mí como el queso cheddar sobre los doritos, formando parte de mi día a día como el amanecer, sin deshojar más margaritas de inseguridad, compartiendo con ella espacios, alegrías y excursiones a la playa en verano…

…y vestía de violeta, de blanco, de gris o de marrón…